El Enemigo
Hay algo brutal en los vinos de El Cepillo, sobre todo en aquellos que traducen con mayor claridad ese terruño del extremo sur del Valle de Uco; una zona de montaña árida, en donde las heladas caen con frecuencia. Este es un 85% cabernet franc y el resto de malbec, plantados a unos 1.300 metros sobre el nivel del mar, a los pies de los Andes. Y tiene ese lado brutal, algo salvaje, que recuerda el paisaje de El Cepillo. Los taninos fieros, los aromas herbales antes que frutales (aunque notas a frutas hay, y muchas). La boca llena de una jugosidad deliciosa, la acidez intensa, firme. El enólogo Alejandro Vigil ha abandonado las barricas de 225 litros por vasijas de madera más grandes, menos invasivas. Y para hacerlas menos determinantes en los sabores, pero que permitan trabajar la textura en la oxigenación, ha optado por fudres de más de 100 años, restaurados. El resultado es un respeto por el lugar, por el sentido de origen. Y eso, para nosotros, es casi todo.
La zona de El Cepillo se encuentra hacia el sur del Valle de Uco. Es un lugar árido, un desierto a los pies de la montaña donde suele hacer frío, llover poco y estar constantemente expuesto a las heladas. Los vinos que de allí nacen tienen un carácter algo salvaje, como es el caso de este cabernet franc. La austeridad es la marca registrada de los vinos de El Cepillo y aquí la tienen expresada en tonos a frutas negras ácidas, una acidez intensa y penetrante, y taninos firmes como el concreto. Este vino necesita tiempo en botella, pero es difícil resistirse a abrirlo si hay un curry de cordero en el menú.